Como Jesús
El Camino
Pastor Aarón Cuevas
January 19, 2025

El Camino

16 Cierto día, mientras Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al agua, porque vivían de la pesca. 17 Jesús los llamó: «Vengan, síganme, ¡y yo les enseñaré cómo pescar personas!» —Marcos 1:17 | NTV

Un joven viajero exploraba las rutas antiguas de Israel cuando descubrió cómo los discípulos del siglo I seguían tan de cerca a sus rabinos que terminaban cubiertos de polvo. Este compromiso total inspiraba la bendición: “Estarás cubierto con el polvo de tu rabino.”


El joven, intrigado, se preguntó:

  • “¿Estoy siguiendo a alguien con esa dedicación?
  • ¿Quién está marcando mi camino?”


Esta misma pregunta resuena hoy: ¿Quién está moldeando tu vida? Porque, aunque no siempre lo notemos, todos seguimos a alguien o algo que influencia nuestras decisiones y nuestro destino.

Dicho de otro modo, todos somos “discípulos”. La cuestión no es: ¿soy un discípulo? Sino que es: ¿de quién o de qué soy un discípulo?

A todos nos gusta pensar que tomamos nuestras propias decisiones y que nadie nos dice qué hacer. Pero la verdad es que todos somos influenciados por otras personas o por cosas que escuchamos y vemos. Por ejemplo, cuando alguien dice “Sé tú mismo” o “Haz lo que te gusta”, puede sonar bonito, pero a veces esas frases nos hacen creer que solo importa lo que nosotros queremos.

Lo que no siempre entendemos es que nos están enseñando a desear ciertas cosas que no necesariamente son buenas para nosotros. Es como si alguien nos diera un mapa equivocado para encontrar la felicidad. Por eso, es importante no solo hacer lo que sentimos, sino pensar si eso es realmente bueno y si va de acuerdo con lo que Dios quiere para nuestras vidas.

Película Inception (El Origen). En la trama, una idea implantada en la mente de una persona tiene el poder de cambiar por completo su vida, redirigiendo sus decisiones y su destino.

Cuando Jesús dice “Sígueme”, no solo quiere que cambiemos hacia dónde vamos, sino que quiere que nos convirtamos en personas diferentes. Ser discípulo de Jesús no significa solo hacer cosas como leer la Biblia o orar, sino que se trata de quiénes somos por dentro.

Un discípulo es alguien que sigue a Jesús con todo su corazón y trata de vivir como Él lo hizo. Es como cuando decides aprender de alguien que admiras mucho: no solo haces lo que esa persona hace, también tratas de ser como ella. Jesús no quiere que hagamos una lista de tareas; quiere que vivamos como Él vivió y reflejemos su amor en todo lo que hacemos.

Por lo tanto la palabra discípulo no es un verbo; es un sustantivo.

DISCÍPULO ES SUSTANTIVO

Recordemos que Discípulo es Aprendiz, uno que está trabajando con diligencia para volverse como su maestro.

Aprendiz indica un modo de educación que es intencional, personalizado, relacional y basado en la práctica.

El objetivo del discipulado no es pasar un examen, obtener un título o recibir una certificación para poner en un cuadro en tu oficina; era dominar el arte de vivir en el reino de Dios por medio de seguir a Jesús .

¿A quién estás discipulando?”, “¿Quién te discipuló?”.

“¿Aquí quién me va a Discipular?”, porque yo estaba en una iglesia donde el pastor me discipulaba.

Son preguntas comunes basadas en una incorrecta comprensión de la palabra Discipulado. En el hebreo la palabra para Discípulo es Talmid (Discípulo, Estudiante e Hijos) destacando una relación de aprendizaje cercana e intencional.

Talmid es sustantivo.

¿A quién estás creyentizando?”, “¿Quién te creyentizo?”.

“¿Aquí quién me va a Creyentizar?”, porque yo estaba en una iglesia donde el pastor me creyentizaba.

El uso de “discipular” como verbo es incorrecto. En la Biblia, ‘discípulo’ nunca se usa como verbo.

Ser creyente no es algo que haces; es algo que eres. Ser Discípulo no es algo que hacer; es algo que eres.

Si “discípulo” es algo que te hacen a ti (un verbo), entonces eso pone el foco de responsabilidad de tu formación espiritual en otra persona, como tu pastor, tu iglesia o tu mentor. Pero sí “discípulo” es un sustantivo —si es alguien que eres (o no eres)— entonces nadie puede “discipularte” sino tu rabí, Jesús mismo.

Lo que hace la iglesia y el ministerio pastoral es proveer, al que ya es discípulo, las herramientas y espacios para que cumplas con las Tres metas del discípulo:

  • Estar con tu Señor
  • Ser como tu Señor

Hacer lo que tu Señor hace. Pero debes elegir aceptar la invitación de Jesús a una vida como aprendiz.

TODOS ESTAMOS SIGUIENDO A ALGUIEN

Así lo experimentaron Simón (Pedro) y Andrés cuando Jesús les dijo: “Síganme”
Jesús no nos invita a admirarlo desde lejos. Nos llama a seguirlo de cerca, a caminar tras Él, a aprender de Su vida y permitir que esa decisión lo transforme todo.

Todos nos estamos convirtiendo en algo. En eso consiste la experiencia humana: en el proceso de convertirse en una persona.


La pregunta no es: ¿Nos estamos convirtiendo en persona?, sino: ¿En quién o en qué nos estamos convirtiendo?

¿Qué clase de persona ves en el horizonte?

¿Esa persona te llena de esperanza o de miedo?

Para los que deseamos seguir a Jesús, la realidad con la que luchamos es esta: si no estamos siendo formados intencionalmente por Jesús mismo, entonces es altamente probable que estemos siendo formados involuntariamente por alguien o algo más.

¿a quién estás siguiendo?¿en quién estás confiando?

La cuestión no es si voy a creer. El tema es a quién o a qué le voy a creer.

¿A quién o a qué le voy a confiar mi vida.?

Es muy humano ser atraídos hacia alguien —una celebridad o un gurú o una figura histórica— y desear ser como ellos. Es parte de la forma en que Dios nos diseñó para crecer.

Todos tenemos un ideal al que aspiramos, y cuando encontramos una persona o idea que parece representar lo que deseamos, la “seguimos”, o en un lenguaje más cristiano, “creemos” en ellos.

¿En qué crees? ¿Quién es tu “rabino”?.

Jesús advirtió a sus potenciales seguidores que “calcularán el costo” antes de ser sus discípulos.

O tal vez ya eres cristiano, pero sientes que en tu corazón hay un deseo mayor de tomar tu fe más seriamente, de volverte un aprendiz de Jesús. Añadir un nuevo nivel de intencionalidad a tu formación espiritual. Vivir con un propósito, no por accidente. O quizás has estado siguiendo a Jesús por muchos años, pero sientes que has llegado a una meseta y estás estancado, y clamas por salir adelante y experimentar un nuevo nivel de sanidad, cerrar la brecha entre tu vida y la vida verdadera de Jesús.

Jesús no invitó a las personas a convertirse al “cristianismo”. Ni siquiera los llamó a ser “cristianos” ; invitó a la gente a ser sus aprendices en una nueva manera de vivir. Los llamó a ser transformados.

Podemos ser transformados al organizar nuestra vida según las prácticas y enseñanzas de Jesús. Es decir, si estamos dispuestos a volvernos aprendices de Jesús.

JESÚS ERA UN RABINO

El título “rabí” literalmente significa “maestro”. Los rabinos eran los maestros espirituales de Israel.

Jesus no solo era un Rabí sino que no había otro como él.

22 La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa. —Marcos 1:22 | NTV

La autoridad funcionaba de manera diferente. Tu propia vida y tus enseñanzas eran tus credenciales.

No sólo eran profesores expertos en la Torá (las Escrituras de su época) sino que muchos eran ejemplos atractivos de la vida con Dios.

29 Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma.

Su “yugo”, lo cual era una expresión hebrea para sus enseñanzas, era su modo de leer las Escrituras, su visión acerca de cómo crecer en el mundo de Dios.
La compartían para que también tú pudieras experimentar un poco de lo que ellos habían experimentado.

Compartir Su Yugo era caminar con él, pelear con él y adorar con el.

La mayoría de ellos eran entrenados bajo otro rabino por muchos años, y luego empezaban a enseñar y a convocar a sus propios discípulos alrededor de los treinta años, todos siguiendo el siguiente sistema educativo Judio:

Primer nivel “Casa del Libro” equivalente a nuestra escuela primaria.
El plan de estudios era la memorización de los cinco primeros libros del A.T (La Torá). Después de cursar este nivel, la gran mayoría regresaba a casa para aprender y continuar con el oficio de la familia.

Segundo nivel “La Casa de Estudios”.

Los mejores y más inteligentes continuaban aprendiendo. Para los 17 años de edad habrían memorizado todo el Antiguo Testamento. En este punto la abrumadora mayoría quedaba satisfecha y regresaban a casa para seguir con la vida.

Tercer nivel. “La Casa de los Discípulos”
Los mejores de los mejores se postularían para ser aprendices de un maestro. Claro, era difícil lograr ser escogido. Tenías que encontrar a un rabino cuyo “yugo” te resultara atractivo y después implorar ser escogido. Si el maestro distinguía que tenías la inteligencia, la audacia y la rudeza para convertirte de un aprendiz a un rabino, te diría algo así como “ven y sígueme, se mi aprendiz”.

De ese momento en adelante tu vida giraría en torno a tres metas:
Metas del Aprendiz:
- Estar con tu Señor
- Ser como tu Señor
- Hacer lo que tu Señor hizo

En los tiempos de Jesús, los rabinos eran maestros que caminaban de un lugar a otro para enseñar. No daban clases en una escuela como las que conocemos hoy. En lugar de eso, enseñaban al aire libre, mientras caminaban, usando historias y acertijos para que sus alumnos entendieran mejor.

Jesús también era un rabino especial, y las personas que lo seguían se llamaban “seguidores del Camino”, porque aprendían mientras caminaban con Él.

SER LOS DEL CAMINO

2 Le pidió cartas dirigidas a las sinagogas de Damasco para solicitarles su cooperación en el arresto de los seguidores del Camino que se encontraran ahí. Su intención era llevarlos—a hombres y mujeres por igual—de regreso a Jerusalén encadenados. —Hechos 9:2 | NTV

La palabra griega para “camino” es “modos”. El vocablo literalmente significa ruta o sendero, pero Jesús lo usó como metáfora de ser su aprendiz.

6 Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí. —Juan 14:6 | NTV

El Camino de Jesús no es solo una teología (o un conjunto de ideas que creemos en nuestra cabeza). Es eso, pero hay algo más.

Y no es sólo una ética (una lista de lo que hacer o no hacer para obedecer). Es eso, pero todavía hay más.

Es exactamente como suena, un camino de vida.

13 »Solo puedes entrar en el reino de Dios a través de la puerta angosta. La carretera al infierno es amplia y la puerta es ancha para los muchos que escogen ese camino. 14 Sin embargo, la puerta de acceso a la vida es muy angosta y el camino es difícil, y son solo unos pocos los que alguna vez lo encuentran. —Mateo 7:13-14 | NTV

El Camino de Jesús es angosto, como un sendero estrecho que no tiene mucho espacio para desviarse. Esto significa que es un camino especial, donde tienes que seguir el ejemplo de Jesús en todo lo que haces. Si sigues este camino, encontrarás vida verdadera y alegría ahora y también después, en la eternidad.

En cambio, el camino ancho es como una carretera grande donde todo el mundo hace lo que quiere. Es fácil porque solo sigues lo que hace la mayoría, pero ese camino no te acerca a Dios.

Jesús quiere que escojas el camino angosto, aunque sea más difícil, porque es el que lleva a la vida verdadera.

CONCLUSIÓN

Muchas veces creemos que nuestra vida ya está trazada: hacemos lo que hicieron nuestros padres y abuelos. Pero Jesús vino a mostrarnos un camino diferente. ¿Recuerdas cómo los mejores de los mejores eran los únicos aceptados como aprendices de un rabino? Los rabinos eran muy selectivos, porque la calidad de sus estudiantes reflejaba la calidad del maestro. Un rabino nunca se arriesgaría a ser rechazado; ellos eran los que decidían quién calificaba.

Pero el rabino Jesús es diferente. No rechaza a nadie y se arriesga a ser rechazado. Cualquiera puede ser su aprendiz: pescadores, recaudadores de impuestos, fanáticos religiosos, mujeres en pecado, mendigos ciegos, incluso traidores. Jesús invitó a todos, sin importar su pasado, a formar parte de la vida del Reino de Dios. Y lo mismo sigue pasando hoy: Jesús te invita a ti.

Piensa en Simón y Andrés: eran pescadores, lo que significa que no calificaron para ser aprendices en el sistema tradicional. No eran los mejores, pero Jesús los invitó de todas formas. Antes de que ellos creyeran en Jesús, Él ya creía en ellos. Y de la misma manera, Jesús cree en ti.

No sucede por accidente. No hay santos por casualidad.
Seguir a Jesús requiere ponerlo como la prioridad absoluta en tu vida, por encima de todo.

Sin embargo, todas estas cosas encontrarán sentido cuando te integres a la vida de ser aprendiz.

Esta vida puede ser tu vida. Todo lo que tienes que hacer es dejar tus redes y seguirlo.

La pregunta es: ¿Quieres estar cubierto con el polvo de tu Rabino?