
2 Reyes 2:1-15
Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. 2 Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. 3 Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. 4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. 5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Él respondió: Sí, yo lo sé; callad. 6 Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. 7 Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. 8 Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. 9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. 10 Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. 11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. 13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
Reconocer el propósito divino
Elías sabía que su tiempo en la tierra estaba terminando. Esto enseña que los siervos de Dios viven con un sentido claro de misión y propósito. Eliseo, como discípulo, también entendía que algo importante estaba por suceder. Su disposición a seguir a Elías demuestra su compromiso y expectativa.
Perseverancia en el seguimiento
En Gilgal, Betel, Jericó y el Jordán, Elías le dice a Eliseo que lo deje, pero Eliseo insiste: “Vive el Señor y vive tu alma, que no te dejaré.”
El deseo mas grande de Eliseo
Eliseo pide una “doble porción”, no porque desee más poder personal, sino porque entiende la magnitud de la tarea que tiene por delante.
La prueba de la fidelidad
Elías le responde que lo que pide no es sencillo, pero lo obtendrá si ve cuando es llevado al cielo. Esto pone a prueba la atención, la fidelidad y la devoción de Eliseo.
Resultados de su enfoque
Eliseo recoge el manto de Elías, un símbolo de la transferencia del ministerio y la autoridad. Esto confirma que Dios ha respondido a su oración.
Eliseo prueba la unción al golpear las aguas del Jordán con el manto de Elías, y las aguas se abren como antes lo hicieron para su maestro.
Recomendaciones para los creyentes
La importancia de discipular: Así como Elías formó a Eliseo, nosotros debemos invertir en otros para que la obra de Dios continúe.
Buscar la unción de Dios: No podemos cumplir nuestro llamado sin depender del Espíritu Santo.
Perseverar en la obediencia: La bendición de Dios requiere fidelidad, compromiso y disposición para seguirlo a donde sea.
Dejar un legado espiritual: Nuestra vida debe impactar a otros para la gloria de Dios.
Hebreos 12:2
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Filipenses 3:12-14
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.