
Lucas 8:40-42
Del otro lado del lago, las multitudes recibieron a Jesús porque lo estaban esperando. Y un hombre llamado Jairo, líder de la sinagoga local, se acercó y cayó a los pies de Jesús mientras rogaba que lo acompañara a su casa. Su única hija, que tenía unos doce años, estaba muriendo. “Tú puedes traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre ella”.
Mateo 9:19-21
Entonces Jesús y sus discípulos se levantaron y fueron con él. Justo en ese momento, una mujer quien hacía doce años que sufría de una hemorragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de Jesús porque pensó: “Si tan solo toco su túnica, quedaré sana”.
Mateo 9:22
Jesús se dio vuelta, y cuando la vio le dijo: “¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado”. Y la mujer quedó sana en ese instante.
Lucas 8:49
Mientras él todavía hablaba con ella, llegó un mensajero de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijo: “Tu hija está muerta. Ya no tiene sentido molestar al Maestro”.
Lucas 8:50
Cuando Jesús oyó lo que había sucedido, le dijo a Jairo: “No tengas miedo. Solo ten fe, y ella será sanada”.
Lucas 8:51-56
Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y escuchó la música del funeral…Jesús no dejó que nadie entrara con él excepto Pedro, Juan, Santiago, y el padre y la madre de la niña. Entonces Jesús la tomó de la mano y dijo en voz fuerte: “¡Niña, levántate!”. En ese momento, le volvió la vida, ¡y se puso de pie enseguida! Entonces Jesús les dijo que le dieran de comer a la niña. Sus padres quedaron conmovidos…
Jairo sabía a quién acudir en su momento de mayor necesidad.
Mateo 6:33
Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.
Verdad: Momentos de desesperación nos impulsan a reconocer nuestra total dependencia de nuestro Padre Celestial.
Jairo estaba dispuesto a dejar entrar a Jesús en su casa.
“Haz de Jesús el Señor de tu hogar”.
Sostenga a su familia con la mano abierta.
Verdad: No hay mejor lugar para estar que en la palma de la mano de Dios.
Isaías 41:13
Pues yo te sostengo de tu mano derecha: yo, el Señor tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte.
Isaías 49:16
Mira, he escrito tu nombre en las palmas de mis manos.
Juan 10:29
porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre.
Mateo 9:23-25
Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y escuchó la música del funeral. “¡Salgan de aquí!—les dijo—. La niña no está muerta; solo duerme”; pero la gente se rio de él. Sin embargo, una vez que hicieron salir a todos, Jesús entró y tomó la mano de la niña, ¡y ella se puso de pie!
Destruimos todo obstáculo de arrogancia que impide que la gente conozca a Dios. Capturamos los pensamientos rebeldes y enseñamos a las personas a obedecer a Cristo..
Notes: